La línea que diferencia a un bebedor habitual de un bebedor problema o alcohólico es francamente delgada. Ambos presentan similitudes en su manera de beber, tanto en la cantidad como en la frecuencia con la que beben, pero hay uno de ellos, el alcohólico, en el que el alcohol afecta de tal manera su vida, que ésta se torna ingobernable.
Es decir, lo que diferencia realmente a un bebedor habitual de un alcohólico no es ni la cantidad ni la frecuencia con la que beben si no que ocurre con la vida de ambos cuando éstos beben. El que es alcohólico sufrirá un deterioro en las diferentes áreas de su vida que no será capaz de detener sin ayuda.
No obstante, aquí se desglosan algunas diferencias básicas entre un bebedor habitual y un alcohólico:
* Un bebedor habitual, podrá detener su consumo de alcohol cuando lo desee. No necesitará de ninguna ayuda para poder parar de beber. Sin embargo, el alcohólico intentará parar la ingesta de alcohol, pero no podrá. Y si para, lo hará por poco tiempo. A pesar de las consecuencias negativas que el alcohol está trayendo a su vida el alcohólico volverá a beber.
* Un bebedor habitual nunca justificará su forma de beber ni intentará dar razones convincentes de por qué bebe. Un alcohólico tenderá a negar su forma de beber. El alcohólico siempre tiene una razón válida para justificar su forma de beber.
* El bebedor habitual reconoce que en ocasiones puede perder el control sobre su forma de beber. El alcohólico siempre tiene la falsa ilusión de que puede controlar el consumo, aunque los hechos estén demostrando que no es así. Hará todo lo que esté en su mano para controlar la bebida, pero nunca la controlará y, si lo hace, no es capaz de mantenerlo. Vuelve a perderlo en algún momento
* El bebedor habitual decide la forma de beber y qué cantidad. El alcohólico incumple el compromiso y se ve superado por la bebida aunque sus planes eran de controlar el consumo. Por ejemplo, un alcohólico se compromete a tomarse dos copas e irse a casa. Una vez ingeridas esas dos copas, se inventará cualquier justificación para seguir bebiendo. No será capaz de cumplir con su compromiso de beber una determinada cantidad y luego parar.
* El bebedor habitual no experimenta síndrome de abstinencia y nunca tendrá deseos imperativos de consumo. El alcohólico sí.
* El bebedor habitual bebe con frecuencia pero nunca lo hará en momentos inoportunos. Para el alcohólico, cualquier momento es adecuado para beber. Es indiferente que la situación lo requiera o no. Él lo hará.
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